UN ACERCAMIENTO AL CUARTO EVANGELIO


         

UN ACERCAMIENTO AL CUARTO EVANGELIO
El evangelio de Juan, forma parte del canon de los libros de la Sagrada Escritura, por tanto la necesidad de conocer los elementos que se desprenden de esta composición que llega a nosotros, como palabra de Dios comunicada y transmitida. Previamente, debemos aseverar que el cuarto evangelio, es diferente a los otros tres. Porque tiene fuentes propias; se escribe en base a sus recuerdos y adquiere un propósito distinto. Podemos notar, en el evangelio de Juan, un lenguaje y estilo muy sencillo, pero con un gran contenido teológico. Desde el punto de vista literario está escrito en (griego Koiné), un lenguaje bastante popular.   
          El evangelio de Juan es una contestación al ambiente que vive su comunidad. A la polémica sobre la divinidad y humanidad de Jesús, el evangelista responde profundizando en el misterio de su encarnación y muerte. Y ante la tentación de huir del mundo, exhorta a los discípulos para que afiancen su fe en Jesús, y, unidos a él, salgan al mundo para dar testimonio de la verdad.

       
1.1  De los evangelios sinópticos al cuarto evangelio
          El evangelio de Juan es distinto a los evangelios sinópticos en su estilo y contenido. Este libro es llamado el “evangelio espiritual”, pues traspasa la dimensión exterior de los acontecimientos, para contemplarlos a la luz de la gloria de Cristo y del don del Espíritu. Este escrito, con un lenguaje sencillo, nos muestra el mensaje salvador de nuestro Señor Jesucristo. Por ello al acercarnos a su estudio debemos hacer el esfuerzo de ir caminando a captar las honduras de sus enseñanzas a través de la impresionante sencillez y gran profundidad teológica.
          A la hora de comparar el evangelio de Juan con los sinópticos, nos comenta (Oporto S. y García M. 1997, p. 264) lo primero que debe afirmarse es que Juan pertenece, lo mismo que los sinópticos, al género literario evangelio. En él se describe la actuación de Jesús desde sus contactos con el Bautista hasta su muerte y resurrección; también la información de sus milagros y actividad doctrinal. A diferencia de los sinópticos en este cuarto evangelio podemos encontrar una gran novedad, que se puede apreciar desde diferentes ángulos:
·      Hay temas importantes que narran los sinópticos y omite Juan: el evangelio de la infancia, discurso o sermón de la montaña, las grandes parábolas y expulsiones de demonios.
·      Juan aporta un material desconocido por los sinópticos: los episodios de Nicodemo, la samaritana, el paralítico de la piscina, el ciego de nacimiento, la resurrección de lázaro y las alegorías del pastor y la vid.
·      En relación con la forma literaria: el material sinóptico está compuesto por narraciones aisladas, sentencias breves o grupos de sentencias, que han sido ordenadas y sistematizadas por los evangelistas. En Juan, por su parte, predominan los discursos temáticos. Presenta, además, temas nuevos, utiliza un vocabulario y técnicas nuevas a él.

          1.2 Autor y fecha de composición.
          Una pregunta clave que nos podemos hacer con respecto al evangelio de Juan, es la siguiente ¿Quién es el autor de esta obra tan rica y tan compleja? Podemos dar respuesta a esta cuestión desde varios enfoques. En un primer momento la tradición, casi unánimemente, responde que el autor del cuarto evangelio es Juan el apóstol, hijo de Zebedeo, esto se ve reflejado, desde la época de San Irineo, hacia el año 180.
          Otra de las repuestas a esta incógnita nos la brindan (Oporto S. y García M. 1997, p. 264) nos explican que siguiendo las características literarias y teológicas del cuarto evangelio y el análisis interno de la obra afirman que su autor no puede ser Juan el Zebedeo, como lo ha afirmado la tradición; Más aún, ellos consideran que su autor no pertenece al círculo de los Doce.
          Por último, en cuanto a la identificación del discípulo amado, debemos tener en cuenta que según los expertos bíblicos concuerdan que no corresponde a Juan el Zebedeo ni ninguno de los Doce. Más sin embargo, existen varias hipótesis. Una de ellas, es la que presenta como candidato firme a Lázaro, esta se apoya en los argumentos siguientes: solo de él se dice que lo amaba Jesús (Jn 11,3); a él conviene como a nadie el rumor sobre aquel discípulo que no moriría (Jn 21,23); el discípulo amado solo aparece en escena después de la resurrección de Lázaro, la primera vez en la última cena. Ahora bien, ante la falta de argumentos definitivos, se puede hablar que el cuarto evangelio es una obra de un autor anónimo.
         
          1.3            División del cuarto evangelio
        Nos comentan (Oporto S. y García M. 1997, p.268) que el evangelio de Juan se nos presenta a Jesús como el Hijo del Padre que, arrancándose de su más íntima unión con él, aterriza en nuestra historia y comparte nuestra naturaleza humana. Comunica a los hombres los secretos y la vida misma de Dios y retorna después, a través de su pasión y glorificación.
          Dicho evangelio cuenta con 21 capítulos y puede dividirse en cinco parte las cuales son: según (Miranda, J. 2006, p.177)
1.      Prólogo: presentación del Hijo, “Palabra de Dios”: 1,18
2.   Ministerio público del Hijo de Dios:
-Frente a sus discípulos: 2-4
-Frente a sus multitudes: 5-6
-Culminación del ministerio público: 11-12
3.   Ministerio privado del Hijo de Dios:
-La última cena: 13,30-31
-Discurso final: 13,31-16,33
-Oración sacerdotal: 17,1-26
4.   Ministerio de la pasión y muerte y resurrección:
-Traición y juicios: 18-19
-Crucifixión y sepultura: 19,16-42
-Resurrección: 20,1-31
5.   Epílogo: Llamamiento final del Hijo de Dios: 21,1-25

1.4 Contenido doctrinal y propósito
        La riqueza teológica del evangelio de Juan es proverbial en la historia de la interpretación del Nuevo Testamento. No podemos pretender exponer en toda su amplia extensión la extensa problemática que encierra. Uno de los puntos claves en dicho evangelio, lo representa la persona de Jesús, que ocupa el centro del mensaje en el cuarto evangelio.  Con su estilo descriptivo y realista. Logramos captar el alcance de la misión histórica de Jesús que se nos presenta, a través, del mundo simbólico: luz, tinieblas, agua, vino, bodas, camino. Sobre este trasfondo de símbolos, Juan hace emerger la progresiva revelación del misterio de la persona de Jesús, hasta su “hora” suprema en que se manifiesta con toda grandeza.
         
          Para (Miranda, J. 2006, p.p.176-177), existen tres características importantes en el cuarto evangelio, están son:


*Señales: es el término que emplea Juan para calificar los milagros de Jesús. Esas señales tienen como objeto mostrar que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Siete señales subraya con tal fin: la del agua trasformada en vino, que es el poder de Jesús sobre la cualidad. La de la curación del hijo de un noble, que es el poder sobre la distancia. La de la curación de un paralítico, que es el poder de Jesús sobre el tiempo. La alimentación a cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños, que es el poder de Jesús sobre la cantidad. La de caminar sobre las aguas, que es el poder de Jesús sobre las leyes naturales. La curación de ciego, que es el poder de Jesús sobre la impotencia. Y finalmente la de la resurrección de Lázaro, que es el poder de Jesús sobre la muerte.

*Creer: es una de las palabras más usuales en este libro de Juan. Aparece por lo menos 98 veces. Y siempre se encuentra en forma verbal “creer”, nunca como sustantivo “creencia”. Lo cual da impresión de acción, de algo que sucede. La palabra se emplea para indicar la respuesta del pueblo de Jesús. “Si creen en El, serán seguidores suyos; si no creen, serán sus contrarios”. “Creer” tiene también varias palabras sinónimas: “recibir” (1,12); “entrar” (10,9), etc. Muy llenas de significado.

*Vida: es otro de los términos que emplea mucho Juan. Es el resultado de creer en Él. El que recibe vida, se convierte en hijo de Dios. Es la naturaleza divina comunicada al creyente. El Espíritu Santo, que es el agente de la regeneración, será como ríos de agua viva que fluye de dentro del que ha bebido el agua de vida (7,37).

          Juan, pues, al escribir esta historia íntima de Jesús, trata de situar a los lectores frente a esta persona divina, que con sus palabras y señales nos invita a decidirnos. Sus enseñanzas son profundas, íntimas y muy personales. La intención del cuarto evangelio es la enseñanza, no la narración.  Esto significa que el interés principal de la obra es el teológico no el histórico.  También los recursos literarios tienen sus propios caminos, a veces las palabras o frases tienen un doble sentido, buscado por el evangelista, porque uno aclara y completa al otro. (Oporto S. y García M. (1997), p. 267).

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JOSÉ ALFONSO MORALES ROSALES 
CORREO: eudesjosea@gmail.com 

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