Historia de vida Padre José María Franco sj

Historia de vida
Padre José María Franco sj
No ser de mi edad sino de mi tiempo

El sacerdote español José María Franco de la sociedad de Jesús (Padres Jesuitas) fue un gran sacerdote que trabajó arduamente por el Reino de los cielos. Dejo su patria España; desgasto su vida por los demás, como un buen seguidor de Jesucristo, los más de 60 años de Jesuita los vivió con una gran entrega y alegría en nuestro país Venezuela.

El joven Franco entro en la compañía de Jesús, a los 19 años, el mismo confeso: que Venezuela nunca estuvo en sus planes. Como buen jesuita fue un gran admirador de San Francisco Javier por eso quería ir como misionero a la India. De hecho después de 4 años dentro de la congregación fue enviado para allá pero el primer ministro, que era Mehru no concedía la visa de entrada a misioneros estudiantes.

El confeso que en vista de que la cosa no se arreglaba, fue enviado a Venezuela, pero estuvo acá, pensando siempre en la India. Al venir a nuestro país fue destinado a Maracaibo al Colegio San Luis Gonzaga. Al llegar al colegio le decían maestrillo… contaba que al bajar del avión en el aeropuerto le dijeron (a Maracaibo se entra llorando y se sale llorando) recordaba porque el llego con sotana en el infernal calor marabino.. Contaba que él se preguntó ¿aquí pasare tres años? .. Que molleja…

Al principio le costó bastante entender la idiosincrasia del maracucho esa espontaneidad, sinceridad, frescura pero al cabo de un año ya se les había metido en el corazón.. Contaba que le decían (matica de arrechera) pues con mucha frecuencia le sacaban la piedra, aunque era imposible guardar algún rencor.
En esos 3 años de magisterio sintió un gran desgarro al tener que ir a España para continuar sus estudios lloro como un niño en el aeropuerto. Después de los estudios teológicos y uno en Italia fue enviado a Venezuela ya como sacerdote.

Se especializo en retiros espirituales a todo tipo de personas, desde matrimonios hasta estudiantes de colegios, universitarios, religiosas, policías, drogadictos, seminaristas y sacerdotes; todos eran personas, cada uno con sus vivencias. Siempre le pedía a Dios

“Señor que sea un buen instrumento en tus manos, porque yo sé que puedo llegar a los oídos pero no puedo llegar al corazón. Al corazón puedes llegar tu”

Cumplió 50 años de jesuita en 1997, escribió un recordatorio

“concédeme señor ser hijo de la luz, que piense con alegría en lo bueno de ayer que sueño con lo bello que puede venir mañana. Pero no permitas que me quede en el ayer ni en el mañana. Regálame vivir plenamente el hoy. Hoy haz que no sea de mi edad, sino de mi tiempo”.

El Padre Franco sus últimos años dejo Maracaibo para pasarlos en Mérida, viviendo su vida a plenitud sirviendo en la comunidad parroquial San José Obrero de Mérida, además de ser un Predicador de ejercicios espirituales en toda Venezuela y director espiritual en el Seminario de Mérida.

Recuerdo que siempre asistía por las tardes de los lunes y martes al seminario de Mérida, desde que inicie en I de filosofía hasta el día en que el murió II de filosofía fue mi director espiritual, me escuchaba y aconsejaba con la ternura de Dios, siendo un gran amigo y pastor de su rebaño.

De hecho murió en sus labores pastorales. Un día martes luego de almorzar junto con sus compañeros sacerdotes, subió a la habitación a tomar una siesta. Uno de los sacerdotes se percató que Franco no se había levantado para subir al Seminario y fue a su habitación a eso de las 3 30pm, a entrar en su habitación lo encontró sin signos vitales un infarto fulminante cegó su vida.

Recuerdo que ese día le esperaba para dirigirme espiritualmente con él, pero el Padre nunca llego. A la hora siguiente avisaron al seminario y fuimos presurosos para asistir a su velorio y al día siguiente a darle un hasta luego, sembrando la semilla de su vida.

Franco fue un gran amigo, hermano, un gran sacerdote, confesor. Un hombre no de su edad sino de su tiempo, tenía más de 80 años pero parecía un chamo, Dios le regalo ese gran don de entender a sus feligreses. Era un hombre santo, con una gran capacidad de interpretar el evangelio e inculturarlo. Tenía don de la palabra.

Un hombre que dejo su tierra para Seguir al Maestro de Nazaret, sirviendo como maestro, sacerdote, consejero, confesor y animador del pueblo que se le encomendó… un gran discípulo del Señor…Un gran ejemplo de entrega sacerdotal..

Aunque las nuevas generaciones de seminaristas no le conocieron su recuerdo y testimonio está presente en los pasillos del Seminario San Buenaventura, el cual el P. Franco amaba porque allí se forman los nuevos ministros de Dios. Su recuerdo perdura en nuestras memorias…

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Jose Alfonso morales rosales

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