¿Papá
cuanto vale una hora de tu trabajo?
Ya era
tarde y de noche y sin embargo, Juanito hacía grandes esfuerzos por no quedarse
dormido. El motivo valía la pena, estaba esperando a su papá. Sus ojos se
estaban cerrando cuando de repente oyó la puerta y contento corrió a recibir a
su papá.
El niño
le brincó a su padre, le dio un beso y ansioso le pregunto con ojos despierto y
de curiosidad: Papá ¿cuánto ganas a la hora? Su padre entre molesto y cansado,
le respondió: Hijo, eso no es conversación para tener con los niños. Estoy
cansado, vete a dormir, que ya es tarde y mañana tienes que ir al colegio. Sí,
papá, pero por favor sólo dime, ¿cuánto te pagan por una hora de trabajo?,
insistió el niño.
Disgustado y casi perdiendo la paciencia el padre le
contestó: ¡Treinta dólares la hora! Papá, ¿Me podrías prestar veinte dólares?
Preguntó el pequeño. El padre se enfadó y con voz autoritaria le dijo: ¡Vete a
dormir ahora mismo! ¡Así que por eso querías saber cuánto me pagaban por hora,
para pedirme dinero! El niño se alejó cabizbajo, y el padre se quedó pensando,
mientras acaba de cenar, pensó, quizás necesitaba algo y queriendo descargar su
conciencia se asomó al cuarto de su hijo.
Con voz suave le preguntó: ¿Duermes
hijo? Dime papá, respondió medio dormido. Aquí tienes el dinero que me pediste.
¡Gracias papá!, susurró el niño mientras metía su manita debajo de la almohada
de dónde sacó un billete de diez dólares medio arrugado. ¡Ya está! -gritó
contento- “tengo treinta dólares”. Papi, “¿Me podrías vender una hora de tu
tiempo?” –Autor Desconocido.
Reflexión:
Nuestra
sociedad actual consumista, esta destruyendo el amor en la familia, el caso de
Juanito es experimentado por un 80% de los niños. Sus padres salen desde muy
temprano al trabajo y regresan por la noche cansados. Es lamentable pensar que
los niños crecen solos, (quizás con la compañías de terceros: maestra, ama de
casa o tutor).
Es
tiempo de reflexionar y cambiar esa dura realidad, existen muchas maneras para
hacerlo; SOBRE TODO PLANIFICACIÓN, los días de trabajo sabemos que son
sagrados, pero existen momentos de descanso que se deben aprovechar al máximo
(ejemplo: domingos).
Un niño
nunca se debe ir a la cama sin haber saludado a sus padres, sin haberle contado
a ellos la experiencia en la escuela, con sus amigos. Por mas fuerte y exigente
que sea trabajo de su padre, este debe buscar el espacio para compartir
fraternalmente con su criatura.
Tu que
eres Padre o Madre, te invito a que te cuestiones con esta hermosa enseñanza y
te preguntes:
*
¿cuantas horas al día le dedicas a tus hijos?
* ¿qué
espacio de compartir tienen?
*¿cómo
afecta tu trabajo esa relación?
*
¿tienes algo planificado?
Manos a
la obra no dejes que tus hijos crezcan sin tu compañía.
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José
Alfonso Morales Rosales
teólogo-venezolano
eudesjosea@gmail.com
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