Mi amigo Massimo

Que hermoso es ayudar y servir a los demás, de manera especial a los más necesitados.

Hace un año tuve la oportunidad de acompañar y apoyar (espiritual y psicológicamente) a padres y niños con cáncer y pacientes hematológicos que se encuentran hospitalizados en el Hospital Universitario de los Andes (Piso7-8).

La oportunidad de acompañarlos a través del Grupo de Apoyo Sanaté, que fue fundado con ese objetivo el acompañamiento de estos guerreros de la vida y de sus padres que afrontan el duelo ante la pérdida de la salud de sus hijos.

La primera vez que subí como representante de este grupo de apoyo, fue para mí una gran lección de vida, recuerdo que al entrar al Aula Hospitalaria (tipo escuelita de niños que está ubicada en el Piso 8) el salón estaba repleto de padres y representantes que esperaban mi llegada. Comenzaba siempre dando una reflexión de un SI A LA VIDA. Luego cada quien comentaba porque estaba allí (momento donde se venían en llanto ante el sufrimiento de sus hijos). Luego les daba un mensaje de reflexión y juntos compartíamos los frutos (EXPERIENCIA DE VIDA PURA).

Un golpe fuerte vino a la tercera semana, cuando entrando al Aula Hospitalaria, llego la mama de Diego (un niño que acababa de partir al cielo).  Un guerrero de la vida que partió a la eternidad dando un gran ejemplo. Cristina vio crecer a su único hijo, que de tan solo 11 años partió a la eternidad.

Desde el primer momento, siempre se cautivó la alegría, entusiasmo de un niño en particular se trataba de MASSIMO, Él contagiaba a todos los demás con sus ganas de vivir. Su habitación estaba llena de películas, juegos, chistes, sonrisas. Massimo era cuidado por su abuela, era de un pueblo de Mérida LA AZULITA, tenía un tiempo prolongado siendo Paciente Hematológico.

Cuando le conocí ya llevaba unos meses hospitalizado y de los 5 meses que los pude acompañar, Él siempre estuvo allí. Creamos un lazo de amistad fuerte, me convertí hasta en su profesor le dejaba algunas asignaturas para que las hiciera y luego las corregía. Hablamos de los juegos, de las películas, de su pasión por la arcilla.

Massimo irradiaba ternura, humildad, alegría, inocencia. Tenía un gran espíritu guerrero a pesar de su grave enfermedad él decía SI A LA VIDA. Eso para mí fue un motivo de admiración. Son ángeles que Dios envía al mundo.

Massimo fue decayendo cada día, los medicamentos para poder seguir con vida, fueron cada vez más escaseando y poco a poco su estado de salud fue deteriorándose lentamente, hasta que este pequeño con corazón de guerrero partió a la eternidad.

Al enterarme de su muerte, mi corazón se regocijo y llore como un niño, pero luego dije debo recordar a MASSIMO como él era alegre, entusiasta y sobre todo luchador. Seque mis lágrimas y eleve una oración por él y su familia.

Mi amigo Massimo está ahora en el cielo, disfrutando de la presencia de Dios. Jugando con los ángeles.

Hoy es un día para orar por todos los niños que están recluidos en los hospitales o en sus casas y son pacientes oncológicos o hematológicos. Orar por los guerreros de la vida.

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Jose Alfonso Morales Rosales
eudesjosea@gmail.com

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