¿Esto
es amor o pasión?
ALGUNAS
PERSONAS CONFUNDEN EL AMOR Y LA PASIÓN, ME PREGUNTO: ¿Por qué se confunde el
amor con la pasión? Tal vez sólo por instinto de supervivencia, por
justificación y también para conservar la cordura en medio de una pasión
irrefrenable, un tramo de espacio y de tiempo durante el cual dos personas se
atrevieron a creer que el otro era el amor de su vida. Y tal vez así fuera. O
tal vez no, porque pasión y amor, a veces van de la mano, pero de ningún modo
son lo mismo.
Es
posible la pasión sin amor y también el amor sin pasión, incluso pueden
coexistir la pasión y el amor juntos como la mejor combinación que,
desafortunadamente, muy pocas parejas consiguen mantener más allá de la fase
inicial de su relación.
Como
sentimientos que son, resulta difícil describir la pasión y el amor y tal vez
existan tantas definiciones como personas los sientan. Parece por ello más
recomendable recurrir a una serie de generalidades que con frecuencia comparten
quienes en algún momento de sus vidas han experimentado el amor y la pasión.
El
amor
En
ciertos aspectos, el amor nace de la toma de consciencia por parte del
individuo de la falta de algo, es una sensación de incompletud que les hace
sentir imperfectos, inacabados, propiciando la necesidad de enamorarse de
alguien que llene sus vacíos y complete sus carencias.
Pero,
consideremos que el amor romántico es un sentimiento deseable y saludable
cuando se vive con una intensidad que no rebase ciertos límites que alcanzan su
cota más alta en el cortejo y las primeras etapas de la relación y convivencia,
pero se convierte en utopía si se alberga si se pretende convertir el
romanticismo en una meta perpetua.
La
idealización en el amor romántico alimenta la creencia en una proyección a la
perfección que es más bien inexiste, e igualmente propicia una serie de mitos
cuyo no cumplimiento hace sentir desgraciados a quienes no llegan a encontrar
en su vida a su pareja ideal. Es por ello que conviene ser realista y poner a
este sentimiento en su contexto, siendo que desde el punto de vista social, se
tiende a la idea equivocada de que nadie puede ser completamente feliz si deja
pasar su vida sin haber encontrado a la persona que la complemente.
Uno
de los tópicos más frecuentes es el de vincular la soltería con la infelicidad,
sin considerar que además del amor al otro (o a la otra) hay un amor
importantísimo sin el cual la felicidad plena es posible, y este amor es aquél
que, sin rebasar los límites del egoísmo o el narcisimo, posibilita una
saludable autoestima en el ser y el sentir.
El
amor romántico es una fuente de inmenso bienestar, consecuencia del flujo
bidireccional de afecto en su más amplia acepción entre dos personas que se
quieren, pero también es cierto que nadie puede hacer feliz a quien no es feliz
por sí mismo.
La
pasión
La
pasión guarda más relación con aquellos acontecimientos relacionados con
ciertos impulsos de nuestro cuerpo ante los cuales la voluntad es tan pasiva
que acaba por desaparecer.
La
pasión es una especie de arrebato, una predisposición brusca hacia un estado
afectivo en el que el detonante que lo activa llega a crear un desequilibrio
psicológico.
En
realidad, más que una emoción, desde un punto de vista antropológico la pasión
podemos considerarla como un fuerte impulso vinculado a la predisposición
biológica a la reproducción, que si bien surge asociado al impulso sexual, es
muy distinto a éste.
¿Es
lo mismo la pasión y el deseo sexual?
La
respuesta es no. Valga como referencia que pasión y deseo sexual están
localizados en dos áreas diferentes del cerebro.
¿Es
la pasión un sentimiento?
La
respuesta es difícil, pues la pasión es una consecuencia del erotismo humano,
una emoción homologable a un fuerte sentimiento hacia otra persona (también
hacia una idea, una temática o un objeto) que casi sería mejor considerarla
como una emoción intensa que expresa el deseo por alguien o por algo, y tiene
connotaciones emocionales muy diversas.
Además,
neurofisiológicamente la pasión es una respuesta a estímulos olfativos,
sabores, sonidos, etc. Hay una tendencia del ser humano a identificar la pasión
como una predisposición al juego sexual y un instinto primitivo. Es por ello
que resulta muy difícil incluirla en el campo de las emociones.
No
obstante, si la estudiamos como hacemos con las emociones, la pasión es muy
parecida a una compulsión, un impulso que crece a partir del deseo y se
manifiesta arrasando hasta el extremo de ser destructiva por su caprichosa,
intensa e irracional necesidad de ser satisfecha.
Si
la pasión surge simultáneamente en dos personas que están juntas, el
inconsciente asocia esta pulsión con otras áreas cerebrales donde radica la necesidad
de reproducción y perpetuación de la especie y las consecuencias son
explosivas.
Evolución
del amor y la pasión
En el principio de una relación romántica, la
pasión llega a ser muy intensa, tanto que predispone a volverse obsesivo
respecto a la otra persona. No obstante, conforme pasa el tiempo y progresa la
relación de pareja, van disminuyendo los niveles de pasión al mismo tiempo que,
si la relación progresa, se consolida un amor profundo en el que la seguridad
de cada uno de los componentes va adquiriendo más seguridad sin la urgencia
dependiente de mirar al otro y estar con él o con ella.
En
contra de lo que muchos desearían, la pasión no es eterna y conforme la
relación se consolida va dando paso a un
cúmulo de emociones y sentimientos más sosegados y mucho menos impulsivos.
Podríamos
decir que la pasión es la fuerza del deseo sexual, el arrebato que se alía con
el instinto de perpetuar la especie, una compulsión que calma la obsesión que
se experimenta por la persona deseada a la que puede ser también se ame, aunque
esto no sea imprescindible para que la pasión se manifieste.
Sin
embargo, el amor es una fuerza más benigna, más dócil, un impulso provechoso,
edificante y creador que surge con el encuentro, se nutre con la frecuentación
y la constatación de los sentimientos del otro, y posibilita el crecimiento
personal de ambos tanto individual como también en el desarrollo y maduración
de la pareja.
Para
evitar decepciones y desmitificar la edulcorada versión que del amor romántico
dan las obras literarias y cinematográficas, hay que tener claro que cuando se
inicia una relación es normal —también gratificante— el deseo de estar junto a
la persona amada, al tiempo que se experimenta una euforia que nos colma de
felicidad al sentir la convicción de haber encontrado el amor de nuestra vida.
No
obstante, esto no es más que una etapa que con frecuencia se atenúa con el paso
del tiempo, por la misma razón que la pasión que se siente al principio de la
relación es fugaz aunque mientras se experimenta va asociada a la sensación de
que será eterna.
Conclusión
La
pasión va asociada a una etapa inicial de la relación de pareja, tiene fecha de
caducidad que varía según cada caso, se caracteriza por la atracción y el deseo
hacia la otra persona, y mientras dura nada parece más importante que la
relación en la que se está ciego ante los defectos del otro y se vive en la
fantasía utópica de poder superar todos los obstáculos para que lo que se
siente en ese momento jamás se desvanezca.
Por
otro lado, el amor es un sentimiento que nace de una comprensión empática de lo
que cada componente de la pareja desea y necesita. Se prefiere el bien del otro
al propio y es permanente y sin caducidad la actitud de ayuda y colaboración
con la persona amada mientras el amor se mantiene vivo. El amor verdadero es
mucho más que la pasión, y no simplemente un estado emocional que el tiempo
desvanece hasta hacerlo desaparecer.
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JOSE ALFONSO MORALES
ROSALES
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